A partir de su jubilación, Tatiana empezó a narrar el “relato” de su vida, desde sus inicios en el mundo de la plástica hasta el presente. La jubilación no representó una ruptura, ya que siguió abocada a lo que era su pasión. Solo dejó de orientar a otros en el arte como docente.

Se puede decir que no hubo disrupción en el sentido de su vida; entre quién era antes de jubilarse y quién es ahora. Aunque le costó dar el paso hacia el retiro de la docencia, no fue devastador porque no construyó su vida en función del rol docente. Siempre ha hecho obras para ella y para otros. Son pocas las diferencias entre lo que fue y lo que es ahora. La disponibilidad de más tiempo hizo posible una profunda reflexión. Preguntándose sobre su perfil profesional. Ahora seguirá relatando lo que le pasó en su historia personal.

Su mamá “Mamaela” y su hermano “el Negro” influyeron positivamente en su elección. Hoy más que nunca Tatiana Corte destaca y valora sus actitudes. Ellos aceptaron, compartieron y se alegraron con su decisión de convertirse en artista. Ambos estuvieron en contacto con personas amantes del arte. Mamaela tomó clases de pintura en el Liceo Municipal. Gozó mucho de esa experiencia. Su hermano cuando era estudiante de medicina, trabajó por la noche como preceptor en la Escuela de Arte de Rosario. Allí aprendió a admirar estas prácticas y a los artistas.

Sin duda no pudieron ser distintas sus actitudes cuando Tatiana decidió entrar a la Escuela de Artes Visuales Juan Mantovani. Ella recuerda que a principios de los 60’s entrar a una escuela de arte era algo inusual, era como salirse del molde, de lo seguro, de una estructura familiar acomodada y ordenada. Aún más siendo ella la hermana menor, mimada y cuidada por sus 3 hermanos mayores.

“Venir del Colegio Nuestra Señora del Huerto, una escuela secundaria tradicional, conservadora, católica y solo para mujeres hacia una escuela de arte me abrió la cabeza hacia un mundo desconocido”

Esta experiencia la enriqueció mucho, encontró otro tipo de aprendizaje, una escuela taller donde se podía ver la cocina del arte, los entretelones, las diferentes técnicas de los profesores y sus características etc., que son cosas que no se ven en una escuela secundaria habitual. En estos talleres el contacto con los profesores y el núcleo humano hacía la diferencia, nadie era mejor o peor artista, y todo estaba enfocado al aprendizaje. Tatiana está muy agradecida de haber sido alumna de un grupo de profesores con muchísimo prestigio en Santa Fe. Ricardo Supisiche, Matias Molinas, Ernesto Fertonani, Wenceslao Sedlaceck,  Miroslav Bardonek, Richard Pautasso, entre otros.

Hoy Tatiana necesita seguir narrando, y contar lo profundamente significativo, relevante y humano de aquel entonces. En el presente esta artista busca ampliar su horizonte, presentando su obra en otras provincias y en otros países. Continúa su profesión con numerosos proyectos, y su deseo de seguir perfeccionándose.